Mi madre siempre fue muy rigurosa con la gramática adecuada cuando yo era pequeña. Ella me corregiría con "sí" cuando dije "sí" o "no" cuando dije "no". Estos hábitos me siguieron hasta donde estoy hoy y, según familiares y compañeros, son detectables en mi habla.
A lo largo de mi vida, me han dicho constantemente que hablo correctamente o como una persona blanca. Soy afroamericano y mi origen étnico siempre ha sido cuestionado por mi forma de hablar. Siempre me han visto mis compañeros e incluso miembros de mi familia como una mezcla o una "Oreo". Toda mi vida he visto esto como un déficit debido a las burlas que recibí.
A medida que seguía creciendo, pensé que debería cambiar la forma en que hablaba debido a los comentarios de otras personas. Decidí que si hablaba "jerga" más a menudo podría cambiar la forma en que sonaba. Traté de entablar una conversación con mis compañeros en jerga, pero me dijeron que no sonaba bien al decirlo. Por ejemplo, cuando estaba de acuerdo con alguien, decía "mata a moe" y todos miraban en silencio. Pensé que la forma en que hablé era una maldición con la que mi madre me había acosado. Quería cambiar la forma en que hablaba mal para poder encajar con otras personas.
Constantemente sentía como si estuviera perdiendo partes de mí mismo, y no era la única persona que veía la metamorfosis por la que estaba pasando. Recibí comentarios de adultos y compañeros sobre cómo cambié. Sabía que estaba mal, pero quería desesperadamente encajar y no sentirme como la oveja negra del rebaño. Pensé que cambiar mi forma de hablar me haría sentir aceptado, pero solo me sentía más como un paria.
Me tomó un tiempo y mucha introspección para finalmente descubrir quién era y qué quería. Descubrí que la forma en que hablo es parte de mí y que debería abrazarla en lugar de rechazarla.
Publicado originalmente en Tener que decirle a tu madre es la parte más difícil.